3/5 El Ministerio de la Mujer

3/5 El Ministerio de la Mujer

Hemos tratado en otra parte a los colaboradores itinerantes de Pablo, compañeros de sus viajes, enviados con determinadas misiones pastorales. Estos son casi siempre varones. Es claro, porque en aquella época no era ni normal, ni admisible por la sociedad que las mujeres se comportasen con esas libertades para viajar, para alojarse y entablar conversaciones en casas y con personas desconocidas. Tampoco las mujeres gentiles, salvo contadas excepciones, como la de Lidia, disponían de recursos bajo sus propias decisiones para desarrollar estas actividades, pues como ya hemos dicho estaban supeditadas a la administración de un tutor varón.

Sin embargo, dentro de sus lugares de residencia, donde eran conocidas, las mujeres soportaron y asumieron bajo su responsabilidad importantes tareas en las iglesias locales. Evodia y Síntique fueron un ejemplo, pero no único ni excepcional. En las salutaciones finales de la epístola a los Romanos, que ya hemos tratado, encontramos la mención por su nombre de casi el doble de hombres que de mujeres cristianos, pero sin embargo hay el doble de mujeres reconocidas por su trabajo y esfuerzo en la causa cristiana que de varones.
 
Otros ejemplos de mujeres importantes en aquel período lo encontramos en la epístola a los colosenses (4:19) donde Pablo envía saludos a Ninfa, probablemente viuda pues de ser casada lo normal era mencionar como la casa del marido, y a la iglesia que se reúne en su casa y que probablemente quedó al frente de la iglesia de Laodicea, haciéndose cargo de la obra local cuando Epafras, que era oriundo de la ciudad de Colosas y evangelista en las comarcas de Hierápolis y Laodicea (Col. 1:7; 4:12,13), fue a reunirse con Pablo en Roma y también pasó un tiempo encarcelado allí (Fil. 1:23). En la iglesia de Colosas, también hay otra mujer importante que se llama Apia (Fil. 1:2) a la que Pablo saluda expresamente.
 
Historia posterior.- En la carta de Plinio el Joven a Trajano, a principios del siglo II (años 111 ó 112), en la que este pide instrucciones sobre como proceder, menciona que en el transcurso de sus investigaciones torturó a dos esclavas, a quienes llamaban ministras (lat. ministrae)? La epístola de Ignacio a María de Neapolis, (sea ó no genuina del mártir del siglo II, al propósito de nuestros efectos es igualmente valida) reconoce a ésta mujer cristiana su excelencia en palabra y obra, y su capacidad para amonestar a otros, y menciona que su fama ha llegado hasta la iglesia de Roma.
 
Verdaderamente las mujeres tienen un gran protagonismo en las iglesias hasta que irrumpe Tertuliano a finales del siglo II, criticando a Montano, porque este acoge a las mujeres en plano de igualdad. (…. )
 
En un principio las críticas y condenas del movimiento de la Nueva Profecía ó Montanismo (Grupo de doctrina ortodoxa con énfasis en la expectación adventista y en versión carismática) por parte de las iglesias no fue en razón al destacado ministerio de sus profetisas, ni porque tuviesen unas herejías doctrinales de importancia, sino porque ponían sus propias profecías por encima de las escrituras apostólicas y de los evangelios y porque sus profecías resultaron ser falsas. (El fin del mundo no vino inmediatamente después de la muerte de Maximila, ni la Nueva Jerusalén descendió sobre Pepuza, Frigia, ni tampoco Montano fue el portavoz autorizado del Espíritu Santo).
 
(….) La importancia de los escritos de Tertuliano en su tiempo vienen dados en razón de que escribió en latín, lo cual le otorgó una gran difusión en la parte occidental del imperio, donde el griego, lengua que hasta entonces ocupaba la practica totalidad de los escritos cristianos, era menos conocido sobre todo en las clases populares y humildes. Por esta razón en las iglesias del Oriente no tuvo la misma repercusión, y fueron más liberales durante siglos. Unas de las fijaciones tertulianas son el sexo y las mujeres. Cuando se convierte, conviene con su mujer no convivir más sexualmente, y vivir como hermanos. Y sobre las mujeres descargará toda la exégesis más extrema de que puede ser capaz, escribiendo cosas tales como: Tú eres la puerta del demonio; eres la que quebró el sello de aquel árbol prohibido; eres la primera desertora de la ley divina; eres la que convenció a aquél a quien el diablo no fue suficientemente valiente para atacar. Así de fácil destruiste la imagen de Dios, el hombre. A causa de tu deserción, incluso el Hijo de Dios tuvo que morir.
 
En sus escritos se opone a quienes afirman que las mujeres puedan enseñar o bautizar, lo cual era admitido en muchos lugares (De baptism, 17; Adv. Marc. I-14). Culpó a las mujeres de que los ángeles pecaran, en una particular exégesis de Gen. 6:1-6, y anduvo metiéndose en como tenían que vestirse, velarse, etc. (….) la influencia de su pensamiento entre los cristianos de Cartago, influyó en pensamiento de Cipriano, gran impulsor clerical y también obispo de Cartago, que en el siglo III promueve la separación de los miembros por clases, donde el obispo somete bajo su autoridad a profetas, maestros y diáconos y se comienza la instauración del episcopado monárquico
 
Pero acerca del ministerio de mujeres en aquellos tempranos tiempos encontramos menciones también en Epifanio, que se opone a un grupo liderado por una profetisa llamada Quintila, donde las mujeres eran obispos y presbíteros, lo cual para él es una herejía bajo el argumento como si no hubiese diferencia de naturaleza (Adversus Haereses 49,2). Justamente la oposición y anatema que lanzan estos escritores sobre los ministerios femeninos de las iglesias, son la evidencia más fuerte de cómo esa práctica antigua existió y fue reprimida con el paso del tiempo.  (….)
 
Pero durante siglos se intentó eliminar cualquier vestigio relativo al protagonismo de las mujeres en el cristianismo de los primeros siglos. Un ejemplo de esta manipulación puede encontrarse en la basílica de Roma dedicada a las santas Pudenciana y Práxedes, en la Via Urbana 160, en la que entre otros antiguos mosaicos, existe uno en la capilla de S. Cenón, donde aparecen representadas cuatro mujeres; una es María, la madre de Jesús, las otras dos son los rostros de las santas a quienes está dedicada la iglesia, pero la cuarta es una mujer cubierta con un velo y tiene una aureola cuadrada alrededor de la cabeza, y posee una inscripción que dice: Theodora episcopa. Alguien con celo misógino, deseando suprimir una tan evidente referencia, raspó las dos últimas letras del nombre intentando evitar que se leyese claramente el nombre femenino, y sugiriendo que era el de Theodoro, nombre de varón, pero por ignorancia mantuvo episcopa, que es el femenino de obispo, mientras que el masculino en latín es episcopus, permitiendo reconocer esta referencia al obispado de la tal Theodora.
 
Pero, alguno estará pensando, todo esto está muy bien, pero Pablo escribió que la mujer calle en la congregación y que la mujer aprenda en silencio y que no permite a la mujer enseñar ni ejercer mando sobre los hombres, sino estar en silencio (1ª Cor. 14:34 y 1ªTim. 2:11-15). En esta parte solo se dio una breve explicacion de estas citas biblicas, continua en este maravilloso estudio que te mostrara desde un contexto mucho mas profundo lo que Las Escrituras explican en estas citas bíblicas.
 

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